de Gegman Lee
Si es que aún no lo he advertido
recuerdo, que soy voluta
hincada ante las estatuas,
tanto como en la ceniza
tanto como en el lago que se llevó
toda imagen que aludiera a la sonreír
o al rostro propio
ahogándose la voz
en la fiereza de aquella cascada de plata
que condicionó el segundo lugar
en toda la partida:
advertencia que rige más que cualquier sable.
