de Yuliana Ramos Orta
Qué incómodo recibir el rocío de tu agua bendita:
vergüenza que se proyecta en mi rubor.
Secreto tuyo, secreto mío, secreto de la gota
que se desliza por mi pecho.
Díctame tu credo, se supura Eros entre cada palabra.
Qué dios para ser el tuyo,
qué placer de ser la tuya, la de tu vida,
tu caracol leído.
Dáteme eterno, dáteme etéreo.
Dame una creencia, dame algo:
hazme esperar por lo que no existe.
